En
el que se revisan las fecundas y complejas relaciones entre Picasso
y los Ballets Rusos señalando el modo en que lo cómico
actúa aquí no sólo como un elemento morfológico
y superficial, sino como una clave estructural en el discurso
y en el proceso de las obras, motivo por el cual cabe considerar
el tan debatido recurso al pastiche escénico, con su juego
de inversiones entre lo culto y lo popular y con su componente
de autoparodia, como una evolución lógica del collage
y no, a la manera de ciertos autores, como una operación
regresiva y kitsch.