Siguiendo
las trazas de Freud, el gran tratadista de los humanos malestares,
se razona aquí sobre los modos de disponer los aparejos
de la risa, sus trabazones y lugares correspondientes en los órdenes
del cuerpo y los medios de construirla para dar algo de gusto,
firmeza y decoro a la inestable fábrica del hombre..