Donde
se verá cómo algunos fragmentos de la literatura
artística del París decimonónico cobran vida
nueva al devolverles su rumor de fondo y sus silencios, confiriéndoles,
de este modo, una actualidad que sirve para avisar, con toda seriedad,
de lo que siempre hubo en la vida moderna de cosa de risa y de
cómo en esa inevitable expansión de lo risible se
viene a confirmar algo que ya sabían aquellos primeros
testigos de la modernidad: su hermandad irremisible con el terror.