Conversación con Tony Smith: “Considero el arte como algo vasto” [1]
Samuel Wagstaff, Jr. / Traducción de Aurora Mollá
 



Cuando estaba dando clases en Cooper Union en el cincuenta y uno o cincuenta y dos, alguien me indicó cómo llegar a la inacabada autopista de peaje de New Jersey. Me llevé a tres alumnos y conduje desde algún lugar de los Meadows hasta New Brunswick. Era una noche oscura y no había luces o marcas de arcén, ni rayas, ni medianas, ni nada en absoluto, tan sólo el pavimento oscuro moviéndose entre el paisaje de las llanuras bordeado por las colinas a lo lejos, salpicado de tubos de chimeneas, torres, gases y luces de colores. El viaje fue una experiencia reveladora. La carretera y la mayor parte del paisaje eran artificiales, aunque no podían considerarse una obra de arte. Sin embargo, hizo algo por mí que el arte nunca había hecho. Al principio no sabía lo que era, pero su efecto me liberó de muchas de las opiniones que anteriormente tenía sobre el arte. Parecía que había allí una realidad que no había tenido antes ninguna expresión en el arte.

La experiencia de la carretera era algo proyectado, pero sin reconocimiento social. Me dije a mí mismo que debería de estar claro que eso era el final del arte. Después de esto, la mayoría de la pintura parece bastante pictórica. No hay forma de enmarcarlo, simplemente hay que experimentarlo. Más adelante, descubrí algunas pistas de aterrizaje abandonadas en Europa -obras abandonadas, paisajes Surrealistas, algo al margen de cualquier función, mundos creados sin tradición-. Empecé a apreciar aquel paisaje artificial sin precedentes culturales. Hay una explanada de paradas militares en Nuremberg lo suficientemente grande como para acomodar a dos millones de hombres. El terreno está cercado por altos muros de contención y torres. El acceso lo forman tres escalones de hormigón de dieciséis pulgadas (40,64 cm.) que se extienden a lo largo de una milla (1.609 km.) aproximadamente.

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Considero el arte como algo vasto. Creo que el sistema de autopistas fracasa porque no es arte. El arte de hoy es un arte de sellos de correos. Me gusta el edificio del Secretariado de las Naciones Unidas, emplazado a modo de saludo. En términos de escala, tenemos menos arte per cápita, por metro cuadrado, que ninguna otra civilización anterior. Somos enclenques. En cualquier pueblucho inglés hay una catedral. No hay nada digno de ver entre el monumento Bennington y el puente de George Washington. Ahora tenemos estilización. En Hackensack hay un inmenso tanque de gasolina subterráneo. Pienso en el arte en un contexto público, y no en términos de movilidad de las obras de arte. El arte simplemente está ahí. Temperamentalmente me inclino más hacia la pintura mural, en especial la de Orozco, el mejicano. Me gusta la manera en que una extensión enorme ocupa una superficie, de la misma manera que un estado lo hace en un mapa.



[1] © Artforum, extracto de la entrevista publicada en su nº 5, diciembre de 1966. Agradecemos a Artforum su gentileza al cedernos los derechos de reproducción.